me había platicado un cuate de esta cinta y por suerte el proveedor me la consiguió.
dulces navajas (o navajeros) es una peli de culto. producción méxico-española, del director eloy de la iglesia, filmada en 1981. el guión es un drama shakesperiano matizado con música de chopin y composiciones del gato pérez. en esta cinta nos encontramos con una joven verónica castro en un papel de drogadicta y reventada, una isela vega mostrando sus encantos con marcada naturaleza y maestría, y un josé luis manzano (el jaro) protagonista de la cinta con aires de alex deLarge, de la naranja mecánica, pero en modelo gachupa.
la trama: un grupo de cuatro jóvenes se dedican a sembrar terror en madrid: robos, asaltos, peleas y desmanes son el objetivo de la pandilla, sexo y drogas son el complemento, dejando el final sin alguna esperanza de reivindicación social, que es una buena apuesta. esta película se asemeja a las cintas the warriors (1979), de walter hill; y a clockwork orange (1971), de stanley kubrick.
lo mejor: revela conductas juveniles en estados políticos inestables, ideologías marcadas por las fracturas en el núcleo familiar, vendetas personales por le odio incrustado.
la frase de la película: el jaro en su entrevista con el psicólogo luego de preguntarle cuáles son sus alucinaciones:
“…pues me imagino que estoy en un campo muy verde y saco el pito y empiezo a cogerme a la tierra, y entonces, en vez de árboles, salen hijos míos, todos igualitos que yo y me quieren, están pegados a mí, porque yo soy el más fuerte, el más listo, el más bueno”.
aun cuando no es un documento fílmico imprescindible, los curiosos y voyeuristas de la pantalla grande, agradecerán esta joya de matices variopintos, al fin de culto.
“…pues me imagino que estoy en un campo muy verde y saco el pito y empiezo a cogerme a la tierra, y entonces, en vez de árboles, salen hijos míos, todos igualitos que yo y me quieren, están pegados a mí, porque yo soy el más fuerte, el más listo, el más bueno”.
aun cuando no es un documento fílmico imprescindible, los curiosos y voyeuristas de la pantalla grande, agradecerán esta joya de matices variopintos, al fin de culto.